Nunca hay que olvidar a los valientes. La Coordinadora Gesto por la Paz ha decidido disolverse estos días después de 28 años defendiendo en la calle la libertad de todos. Y no lo podemos olvidar.
No quiero olvidar: Un día, en un pequeño pueblo de Vizcaya, en septiembre, bajo la lluvia, a principios de los noventa. De «potes» con los colegas. Desde la ventana del bar veo a unos tipos, casi oscuros, en la calle, parados en silencio y con paraguas. ¿Qué es eso? -pregunté. Nada, unos «colgaos» – se me dijo.
Eran los valientes de Gesto por la Paz que denunciaban otro atropello a los Derechos Humanos en Euskadi. Y funcionaban como un reloj. Al día siguiente de producirse una muerte a causa de la violencia, unos ciudadanos anónimos se concentraban quince minutos en plazas del País Vasco y Navarra para condenar la sinrazón.
Sin palabras, en silencio.
Con los muertos. Mirando a la cara a los verdugos. Esos que se escondían en sus casas o en los bares. 28 años después, estos valientes acaban la lucha con una petición: No olvidar a las víctimas, no olvidar lo que pasó, por una memoria básica que condene siempre la violencia.